martes, abril 14, 2015

Deconstruyendo el Concepto de Capitalismo








Desde posturas socialistas, de izquierdas o desde cualquier ángulo parecido a estos, creo que se ha usado y abusado de la palabra "capitalismo" dándosele una importancia absurda y a la vez permitiendo ocultar asuntos verdaderamente claves de las sociedades humanas. Pero esto no es casual. De lo que se trata es de hacer como que se reinventa la historia. Y los jóvenes y pardillos hemos sido siempre las víctimas de la Izquierda. Cuando me refiero a la Izquierda política no me refiero a los que desean la redistribución de la riqueza, ni el equilibrio social, me refiero a los que desean conquistar el poder o ejercer poder a través de una organización política de Izquierdas. Estos se han convertido en un sector de la clase media que se ha especializado en ordeñar a la sociedad disfrazados de expertos o de médicos que vienen a curar a una sociedad enferma, una sociedad dominada por los ricos. Pero ellos no son más que otra forma parasitaria que enferma a la sociedad de una forma más contemporánea y sutil, pero igualmente dañina, porque resta fuerza a la innovación, a los emprendedores y da rienda suelta a los mediocres que buscan su hegemonía a través de un clientelismo que actúa como una mafia que consigue votos bajo amenaza de retirar subvenciones y apoyos a empresas locales. 

Se habla de capitalismo como un invento o una opción sociopolítica opuesta al socialismo por ejemplo, cuando en realidad la Izquierda se refiere a una tendencia social que no es obra, ni acto deliberado. Lo que sí parece más objetivo es el reconocer que la Izquierda se refiere al capitalismo sugiriendo un transfondo económico y monetario. Cuando se toca el fondo del concepto es cuando notamos que realmente, el capitalismo no indica otra cosa que relaciones comerciales donde el dinero es un vehículo de transacciones. Miremos el origen histórico del término y podremos comprobar que las relaciones comerciales y el dinero son tan antiguos como la humanidad. Es por tanto que el capitalismo no se refiere a nada esencialmente exclusivo de ningun grupo o estamento social y que más bien describe una actividad fundamental del ser humano.

La Izquierda ha disfrazado con mucho descaro este aspecto natural de la actividad humana, con un San Benito, como si la misma Iglesia le hubiera instruido hacerlo. Siguiendo los mismos cánones de herejización, el capitalismo se ha convertido en una especie de diablo con el que todo el mundo quiere acostarse a escondidas. Al final, resulta que todo es entendible dentro de unas dimensiones económicas y que dichas fuerzas existen en todas las sociedades humanas. Este trasfondo es tan patente que forma parte de áreas de estudio de la psicología que se solapan con la economía. Esto es, la "economía de la conducta". Los principios que rigen lo económico de nuestro comportamiento está afectado por los mismos procesos de los que habla la psicología social (i.e. poder, estatus, roles sociales, influencias grupales, procesos sociohistóricos y antropológicos etc) solo que enfocándose en los fenómenos de decision y comparación entre la compra y/o adquisición de productos y/o bienes. 

De este modo, el izquierdismo se ha dotado de un enemigo que no es tal, sino que más bien es una excusa para que una vez en el poder, aquellos llamados de "izquierda" simplemente se autolegitimen para dictaminar cómo organizar las fuerzas económicas mientras ellos mismos se aseguran un buen trozo del pastel capitalista. Al final, las  leyes del comportamiento son las mismas, allí donde haya humanos y por lo tanto, la ambición, la traición, la mentira y la manipulación están tirando de los hilos de la derecha lo mismo que de la izquierda. Lo que más importa a mi modo de ver, es superar las barreras psicológicas de la mediocridad ciudadana. Esa mediocridad del populacho que elige líderes psicópatas o imbéciles, esa mediocridad que se cree madura para votar, pero que simplemente obedece a presiones fundamentalmente clientelares y que anulan el valor de lo que entendemos por democracia. Una verdadera democracia por tanto, debería de abandonar las izquierdas y las derechas y abogar por grupos de intereses creados, grupos honestos que se inspiren en gobernar por unos principios que sirvan a la comunidad, pero claro esto es imposible. En realidad, la tecnocracia de Japón y China se acabarán imponiendo. Y la política será lo que siempre ha sido; una cuestión de minorías expertas. Pero mientras tanto, sigamos contemplando el guiñol e imaginando que los títeres tienen vida y mente propias.