jueves, junio 21, 2012

Mick el Chapuzas


No sé si hay jueces de jueces o policías de policías, pero esta semana he aprendido que hay chapuceros de chapuceros. Después de once años en este país todavía no he aprendido que antes de hacer un agujero en la pared tengo que comprar un 'metal detector'. El caso es que tras cargarme una tubería del radiador y experimentar en mi cara la micción tibia del agua que circula por las venas de mi casa, tuve que llamar a un chapuzas. Otra lección añadida es que si uno trabaja de nueve a cinco, entonces necesita un 'accidental damage cover' porque sino todo se transforma en un lío interminable de llamadas telefónicas y de appointments con demasiada gente. 

Mick se personó casi al instante, bien equipado y por supuesto al volante de una 'white van'. De porte generoso y de ojos obscenos, me resultó fácil conversar con él y aceptar su reprobación: -vaya la que has montado, muchacho-, dijo con un guiño de niño travieso. -Menos mal que estoy haciendo un trabajito aquí en Witham y me he podido personar de immediato- me soltó el grandullón con una sonrisa   colgate. Cuando vio la avería se quedó como en trance alrededor de un minuto. Inmediatamente el instinto profesional me dijo que no estaba calculando nada; sabía que me iba a pedir doscientas libras pero estaba haciendo como si hubiera que preveer muchas cosas. Yo le seguí la corriente, me caía bien y estaba desesperado por la puta avería. Mick se dispuso a su trabajo y tras un café y unos golpes más de martillo concluyó su parte del trabajo. Yo tendría que llamar a British Gas y dejar que los ingenieros repararan la tubería para después volver a llamar a Mick.

Una vez que los relucientes hombres de British Gas hicieron su parte Mick volvió para poner la pared otra vez como estaba en un principio. Las cosas fueron más sencillas y rápidas de lo que él predijo pero curiosamente tuvo la honradez de decirlo. Yo para rematar la faena le hice un estupendo café y le dejé caer que -my wife left me and this place is too big for me; I am fucked Mick- Después de la rebaja que me hizo me confesó que tiene una hija heroinónama y otra bipolar y ambas se dedican a sacarle el dinero. Yo me sentí muy cercano a Mick, pero también me conmovió el hecho de porqué ambas tendrías tantos problemas. Al final nos despedimos con un fuerte apretón de manos y ambos contentos nos marchamos a la vez rumbo a otras chapuzas.

La Culpa del Incendio la Tiene el Bosque

Josh tenía unos veintidós años, de esos que parecen treinta y dos o más. De sonrisa contenida y una corpulencia inversamente proporcional a su ansiedad social, su aspecto de madurito engañaría hasta a la más experimentada. El caso es que Josh nunca había tenido novia, pero en cuanto a experiencia era un alumno aventajado en eso de la salud mental. De hecho, había debutado con trastorno obsesivo-compulsivo allá cuando era prepúber. Cuando yo lo conocí estaba en una planta psiquiátrica maldiciendo a todo el mundo. Su calva parecía más grande por aquél entonces. Después de un intenso trabajo psicoterapéutico, Josh está ahora en casa de sus padres, tiene un trabajo, pero esencialmente sigue solo y pelado como su redonda cabeza.

Hablando con su padre, supuraba de su herida emocional la incapacidad de Josh de ser como los demás. -Yo a su edad estaba todo el día en el pub con los amigos-, me dijo mirando fijamente a Josh como invitándolo a un duelo. -Y el caso es que ya era así antes de su enfermedad-, sentenció el padre, asestando un golpe más a su contrincante. Yo le sugerí que si ser tímido es una enfermedad, tras lo cual él bajó el tono hostil. En cualquier caso, todos debían sentarse a la mesa a hablar y al menos el padre había tenido el coraje de hacerlo. Su madre, la cual salía disparada hacia la habitación cada vez que yo venía a ver a Josh a su casa, nunca se dejó ver. Al parecer tenía depresión. La última vez que ví a Josh, la oí maullar desde su cama. 

Josh ya no oye voces y tampoco siente sospechas por nadie. Trabaja y trabaja como el que más y es un gran aficionado a la tecnología. Pero él tiene la culpa de mostrar signos de debilidad de vez en cuando. Los médicos lo llaman enfermedad mental. Yo todavía no he acertado a ver de qué enfermedad se trata, y a pesar de llevar años ayudando a gentes con problemas todavía no he visto a ningún enfermo mental. Esta clase de enfermedad debe ser como una especie de aparición milagrosa, esa a la que sólo tienen acceso los elegidos, es decir los médicos. Dejémoslos a ellos con sus delirios de grandeza que son felices, pero a los que sufren, hay que ayudarlos, ¿no?

Josh venció a sus demonios currándoselo en frente de un psicólogo y sin tomar pastillas. Pero aún sigue solo en el mundo. Es un calvo sin remedio, un 'teki' apasionado por los ordenadores. ¿Dónde están esas mujeres tan lindas que todo lo darían por un buen hombre?  
  

domingo, junio 03, 2012

La Raza




Una distinción racial entre españoles y andaluces viene de nuestro devenir histórico: el andaluz siente demasiada vergüenza por todo, el español, ninguna.

Gustavo Camino
Junio 2012