viernes, agosto 24, 2007


Walden Dos


Quienes quieran saber de una revolución total del conocimiento tienen que familiarizarse con la psicología. La psicología es una ciencia peligrosa, puesto que entraña una verdadera revolución. No una revolución violenta, ni una revolución rápida. Es una transformación interna. Una nueva forma de ver las cosas.


No es sino tras el nacimiento de la psicología científica cuando se empieza a desarrollar una actitud sistemática y profesional para ayudar a los más desfavorecidos y una tendencia a valorar más la experiencia interna de las personas en relación a su bienestar.


En ese sentido la psicología es enemiga de los ricos y de los que detentan el poder. En la época de Franco, se trataba por todos los medios de bloquear el desarrollo de la psicología, una ciencia basada en el comportamiento humano.


Por desgracia, muchos depravados se han hecho cargo de la importancia de la psicología, y han empezado a utilizarla en el márketing, en la gestión empresarial y en muchos otros campos, sólamente para explotar más a la gente. En pocos casos para ayudar.


Aquél que quiera enterarse de lo que la psicología realmente es, y de lo que es capaz de hacer debería leer Walden Dos, única novela de uno de los más grandes científicos de la historia. Burrhus Frederick Skinner.


Para evidencia de su increíble contribución a la humanidad, basta sólo indicar cómo se trataban a los que hace tan solo unos años se les llamaba enfermos mentales (en Andalucía todavía se les llama así; ver el 'nuevo Estatuto Andaluz'). Antes estaban recluidos y aislados. Se les pegaba y pastilleaba como si fueran culpables de algo. En los países civilizados a estas personas se las ayuda a convivir entre los demás y se les enseña todo aquello que necesiten para integrarse. Antes de Skinner a estas personas se les recluía, se les administraban descargas eléctricas o se les hacían lobotomías para dejarlos como vegetales.


Por supuesto, la sociedad occidental jamás se molestó en darle un premio Nobel ni nada por el estilo. A los psicólogos hay que mantenerlos fuera de la atención del público.



El Don de la Palabra


Una de las cosas que me hace a veces dudar sobre mi propia cultura es la condenada tendencia que tenemos los andaluces a no escuchar y a imponer nuestra opinión sobre los otros. En relación a esto, muchos andaluces no optan por curiosear por el mundo, dudar sobre sus puntos de vista, y cambiar costumbres trasnochadas. ¿Es esto reflejo de algo más que una mala educación?


Ellos prefieren jactarse de una especie de conocimiento del mundo basado en lo "obvio". Sin embargo, esto es muy poco práctico. No hay más que ver en Andalucía, quiénes son los más atrasados: todos los que siguen a ciegas y a empujones ídolos de madera. Aquellos que idolatran lo tangible son los más vulnerables y explotados. Los abusados y rústicos hombres y mujeres de Andalucía intentan mantener a toda costa una infinidad de costumbres que sólo nos llevan a lo mismo. A mantener la situación social: mantener a los caciques, a los nobles y a la iglesia en el poder.


No es extraño que el hablar andaluz esté tan poblado de expresiones sombrías y pesimistas. No es raro ver que la actitud típica en Andalucía es andarse con pies de plomo. La comunicación verbal refleja toda esa opresión y renuncia al futuro.


Cuando leo los diccionarios de habla inglesa me quedo impresionado de la cantidad de vocabulario hispánico que hay. Cuando escucho a los ingleses, me impacta la ligereza con la que hablan, y cómo disfrutan de una buena conversación. Es un gusto escucharlos pronunciar las palabras con rotundidad y con seguridad. Y da esperanzas el ver que ver que esa rotundidad no les impide utilizar el ingenio para expresarse, y tampoco les impide aprender de lo que otros como yo, traen de otros mundos.


Esta experiencia me ayuda a darme cuenta, de cuánto atraso hay todavía, y cuántas cosas hay que hacer por Andalucía. Los ingleses no parecen tener prejuicios para adoptar palabras de otras lenguas, ni de pedir disculpas cuando se equivocan. Tampoco se avergüenzan de preguntar cuando no saben algo. Sin embargo, los andaluces parecen no querer saber nada de nadie. Lo saben todo, y por supuesto pedir disculpas nunca. Todo esto viene de esa obsesión por ser como sus señores. Ser como un cacique o un duque. Orgullosos y nunca dispuestos a conceder nada.


Romper con valores absolutos y obsoletos es romper también con formas de hablar y de pensar. Hay que recuperar el don de la palabra que un día tuvimos. Y romper con la actitud servil que adoptamos con los que quieren que Andalucía nunca sea libre.


La Autoridad Heredada


Es curioso que en la anterior entrada haya incluido las jerarquías religiosas y las monárquicas en un mismo tema. La realidad es que en el fondo ambas tienen un tronco común. La cuestión es que en ambos casos, las personas que constituyen lo que se entiende como monarquía u organización religiosa tienen por creencia esencial, que existe una forma de autoridad que se centra en exclusivamente en unos individuos. Estos individuos, según la creencia local, reciben la autoridad de un ser superior. Y ellos, sólamente gestionan ese poder en el mundo terrenal.


En realidad es un cuento bastante gracioso. La pena es que de lugar a tantos abusos. Hay quien piensa que la vida jerárquica de las sociedades humanas es un asunto connatural al hombre. Sin embargo, el modo en que los humanos se puedan organizar me parece a mí que es potencialmente indeterminado. De modo que aceptar leyes monárquicas, religiosas o estalinistas, me parece un retroceso enorme para la sociedad. Hay muchos modos de organizarse que no se han explorado todavía. Y habría que ir pensando en ellos.


Quizás para ello habría que pensar en una serie de valores y formas de concebir la sociedad que evitara desde un primer momento, que se establecieran privilegios o ventajas. Que no existiese un poder heredable. Volviendo de nuevo al asunto americano, esto ya lo pensaron mucha gente europea que marchaba al continente americano hace siglos. Hubo mucha gente con grandes ilusiones puestas en aquél nuevo mundo, que intentaron crear nuevas sociedades.


Henry David Thoreau, en su libro 'Walden o la vida en el bosque' inspira valores de este tipo. Las utopías siempre han estado ahí, y siempre se han regenerado o adaptado a los nuevos tiempos. Para mí, 'Walden Dos' de Burrhus Frederick Skinner es quizás, la obra cumbre en el siglo XX en el campo de las utopías.


Ojalá pudiéramos tomar estas reflexiones más en serio. En la práctica, sólo implicaría simplemente cambiar de canal de televisión cada vez que salga un monarca intentando hacerse el protagonista en alguna catástrofe natural, o evitar comprar revistas donde se le haga publicidad a la iglesia o a la monarquía. No creo que haga falta más para cargarse a todos esos gandules.

jueves, agosto 23, 2007


América, ligera de equipaje


Ahora que ya casi se cumple el bicentenario de la independencia de muchos países americanos, es bueno pensar que una de las cosas que estos países dejaban atrás hace tan solo unos años, era la monarquía. Europa tiene mucha historia, muchas cosas buenas, pero también está infectada de enfermedades mortales como la monarquía.


Los países americanos han resuelto muchos más problemas humanos en su corta historia que Europa en muchos siglos. La monarquía es sin lugar a dudas una enfermedad que se atajó, y que no pudo hacer más daño en aquél continente. Estos países que disfrutaban de la distancia que pone el charco entre todos nosotros, fueron capaces de no incorporar semejante estructura social en sus sociedades. Tiene también mérito, la distancia que Estados Unidos siempre ha mantenido con la Iglesia Católica. Eso es algo que muchos otros países deberíamos de aprender.


En ese sentido Andalucía debería de pronunciarse como una nación Republicana. Una nación que no favorezca a la Iglesia Católica, ni a ninguna iglesia de cualquier tipo. Eso sería magnífico. Conseguir que los curas se fueran de Andalucía por puro aburrimiento sería de película. Sin embargo, todavía tenemos que trabajar mucho en este campo.


En lo que a mí respecta, cuando yo me casé, me casé en Andalucía , y en el Ayuntamiento. Una de las cosas de las que me siento más orgulloso. Ni un milímetro a la Iglesia, no cederles ni un milímetro. Y ahora que dentro de poco voy a ser padre, lo mismo digo. Mi hijo no va a conocer las sucias manos de la Iglesia que mató a tantos Andaluces y a tantos inocentes.


Por eso, y sin olvidar la Historia, yo creo que hay que hacer como América. Para dirigirse hacia el futuro, hay que ir ligeros de equipaje. Fuera la monarquía, fuera la religión.


El Estado de Cosas

Creo que vivimos un momento histórico lleno de paradojas. Nunca antes se han sabido más cosas sobre cómo funciona el Universo. Y cuando digo Universo, me refiero a todo lo que está contenido en él. Sin embargo, parece que en muchos aspectos de nuestra vida cotidiana la vida no haya cambiado nada. Soledad, aislamiento, injusticia, miedo, alienación, angustia. Esto plantea un gran dilema a aquellos que se interesan por la mejora de la vida humana basada en el conocimiento.

Si realmente conocemos más y sabemos más, ¿porqué entonces no cambiamos? Da la impresión de que realmente el conocimiento es algo que quizás está sobrevalorado. Quizás el saber más cosas no sirva de nada. ¿De qué sirven los coches? En realidad no nos llevan a ninguna parte. Nos convierten en seres paralíticos. ¿De qué sirve la televisión? Sólo para desear lo que no podemos tener. ¿De qué sirvieron tantos años de escuela? Para aprender a obedecer a la autoridad. ¿De qué sirven las cárceles? Para hacer a la gente que están en ellas odiar más a la sociedad. ¿De qué sirven los gobiernos? Para que los ricos se hagan más ricos y los pobres más dependientes de ellos.

Sabemos por muchas vías, que todos somos iguales. Todos tenemos ADN, todos somos humanos, todos deberíamos tener los mismos derechos. Si estamos todos hechos de la misma materia, ¿Porqué hay gente que por nacimiento ya están aventajados? Sólamente por ser hijo de Don Juan Carlos uno ya no tiene que trabajar? ¿O por ser Don Juan Carlos uno no está sujeto a ley alguna? No sé de qué nos sirve tanta ciencia, si después no la aplicamos a la vida normal.

El tema de la monarquía es sólo un botón de muestra de las desigualdades y contradicciones en las que vivimos las personas del siglo XXI. Curiosamente, otros pueblos antiguos como la India, también tienden a aceptar el estado de cosas. En ese sentido parece que Andalucía, como pueblo viejo, es difícil de mover hacia un cambio estructural, como lo pueda ser China o India. En efecto, aunque estos países parecen cambiar como lo hace también Andalucía a su modo, por otro lado también dan la impresión de que los cambios son de tipo burocrático o formal. Los aspectos más internos y básicos siguen igual. Los que mandan mandan, y los demás tienen que obedecer. Es algo paradójico.

¿Tiene ésto que ver con nuestra naturaleza? Puede ser que sea. Pero también puede haber otras razones. Desde aquí deberíamos de imaginar cómo se podrían hacer las cosas de otra manera. A mí siempre me parece que la educación de los niños es el principio del cambio. Si a los niños se les enseñara lo que realmente importa, el mundo cambiaría más deprisa. A los niños habría que enseñarles más sobre cómo funciona su ayuntamiento, cómo funciona sus mentes, quiénes están en el poder, qué lugar ocupamos en la sociedad, cómo organizar sus vidas, cómo amar y qué desear en esta vida. En general, un enfoque hacia la vida real, y no hacia ese "conocimiento" que todos sabemos que no sirve para nada. No hay nada más que ver a esos catedráticos y académicos enquistados en sus departamentos, más preocupados por su propio ego que por compartir lo que saben con los demás. Eso es lo en lo que se ha convertido el conocimiento. En un cortijo de poder. Una nueva religión prohibida para los no iniciados. Yo propongo que se promueva una forma de conocimiento basada en el "no título". Que se capacite a la gente a hacer las cosas, más que en hacerles pagar por un título que les permita hacer las cosas. Así acabaríamos con una injusticia creada por la propia clase trabajadora. Esto es, la diferenciación social dentro de nuestra clase, basada en la especialización del trabajo. Si todos más o menos supiéramos hacer lo básico en la sociedad, nadie se sentiría menos que nadie y nadie tendría más poder que nadie.

El estado de cosas del mundo no ha cambiado en su más profunda esencia. Las paradojas viven entre nosotros, pululando y haciendo nuestras vidas difíciles de entender y de gestionar. Debemos intentar ser conscientes de que están ahí, por todos lados, haciéndonos volver una y otra vez a un estado de cosas abusivo y cruel, cada vez que nos dejamos llevar por la rutina o la molicie. Y debemos estudiarlas y comprenderlas. Debemos discutirlas y no dejar que nos opriman puesto que si no lo hacemos, ellas convertirán nuestras vidas en un eterno ciclo de retorno a lo más mezquino de la naturaleza humana. Es decir a un mundo salvaje, sin reglas que protejan al prójimo y por tanto a todo lo que queremos en este mundo.