martes, marzo 06, 2012

El Fin de una Carrera

Le dejaron un mensaje en el contestador diciendo que Jack se había suicidado. El mensaje fue frío y breve, como una puñalada. Justo después de oír la voz telefónica empezó a desangrarse desde un punto de vista mental. Perdió contacto con lo inmediato, con lo que estaba pensando y haciendo, y tuvo una tremenda sensación de pánico, de terror existencial. Intentó hablar con alguien para entender mejor lo que había pasado, pero nadie contestó al teléfono. Pasaron horas de agonía en las que se vio abocado a repasar todo lo que había hecho, y mientras cada imagen y pensamiento producían el dolor más agudo, más incomprensible se volvía esta noticia. Revisando las notas no encontraba claros indicios, aunque examinando algunas cosas en detalle se podrían inferir algún grado de riesgo. Jack había dibujado a un niño pescando un ataúd sentado en el filo de la luna en cuarto menguante. También, había comentado que mientras dormía había imaginado cómo serían las cosas si él muriera, pero no había expresado deseos o planes de acabar con su vida. Era todo tan inesperado y doloroso. Su cara dulce y joven flotaba en la conciencia del psicólogo como una presencia ominosa. En cualquier caso, la sensación de estar anegado por la muerte era asfixiante y tras mucho tiempo intentando organizar la mente, los primeros deseos de morir, o más bien, de no continuar existiendo empezaron a aflorar por cada poro de su cuerpo. 

Las cosas empezaron a perder todo el sentido. Pensó sobre su carrera, truncada por esta tragedia. Pensó en lo vulnerable que era como persona y en su incapacidad para distanciarse emocionalmente del tema y de cómo todo lo que estaba haciendo y lo que pensaba hacer en los próximos meses había saltado por los aires. Sólo veía, llamas, explosiones, sangre y muerte. Sumido en esta extraña e inesperada situación, recibió una llamada. Harry, el enfermero, le dijo que los padres lo habían encontrado el martes por la mañana, colgado en su cuarto. ¿Cómo podía haber hecho una cosa así? Tenía novia, trabajo, estaba bien con los padres. Su mente le habría traicionado. No lo había visto suficientes veces y quizás Jack no había contado muchas de las cosas que atormentaban su joven alma antes de poder encontrar el apoyo suficiente para cambiar el rumbo hacia el desastre total. En cualquier caso, parece que decidió marcharse y dejar un bomba de relojería colocada estratégicamente para causar un enorme destrozo alrededor de su red social. 

Hubo que continuar con la vida normal, pero era imposible. A cada paso los pensamientos volvían y las emociones le despellejaban sin poderse defender. Después de varios días después de enterarse de la noticia, estaba moralmente hundido. No le quedaba energía para continuar con la farsa y hacer creer a todos que las cosas no habían cambiado en su vida. Pero algo había cambiado y mucho. Siempre había estado cerca de la tragedia, pero esto era como si una granada de mano le hubiera explotado en la cara. ¿Cómo iba a hacer frente a esta situación? 

Conforme iban pasando los días, los recuerdos fueron aumentando y hasta el acto más leve estaba cargado de un significado siniestro. Todos los que habían ido cayendo por el camino de la vida empezaron a salir de sus tumbas. Amigos y familiares. Al mirar hacia el lugar donde Jack se solía sentar cuando venía a verle, le venía un tremendo tufo a muerte y poco a poco notó cómo la habitación y todo cuanto la memoria fuera capaz de poner en contacto, acababa impregnándolo del olor a difunto. Memorias recurrentes, y ráfagas de emociones vertiginosas lo separaban más y más de lo cotidiano para ponerlo al borde de un precipicio de inexacta profundidad. ¿Cuánto tardaría en caer? No lo sabía. No sabía cuánto era de responsable, no sabía qué pensaban los demás, no sabía qué había pasado. Todo eran preguntas y más preguntas. Había que esperar un desenlace. 

Jack apareció el viernes por la tarde, como de costumbre, aunque lógicamente el psicólogo pensó que era una aparición y por poco sufrió un colapso. Después de recuperado el aliento y ambos sentados en sus correspondientes lugares, Jack comenzó con su actualización semanal. Le contó que su jefe se había suicidado. Al parecer el hombre era de la familia y los padres de Jack lo habían encontrado muerto después de haber pasado el fin de semana con él en el campo. El lunes siguiente habló con Harry, el cual se disculpó por el error del mensaje. Todo quedó un poco más claro, pero él no pudo evitar seguir preocupándose por Jack. Al fin y al cabo, alguien cercano a él se había suicidado. Para Jack, era el principio de otro capítulo en la tortuosa senda de la psicoterapia. Para el psicólogo, fue el principio del fin de su carrera.

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