sábado, marzo 25, 2023

La Verdad Más Terrible

Vivía en unas circunstancias paradójicas. En su país la gente se estaba esforzando cada vez más por distinguirse de alguna forma, los unos de los otros. Se ve que odiaban parecerse entre ellos, como si fuese pecado compartir genes o fuese una vulgaridad proceder de una estirpe milenaria. Había que inventarse uno así mismo todo el tiempo, para desvincularse del casposo y rancio pasado de patriarcas opresores y profundamente predecibles. Era un paradigma incuestionable. En su situación particular, y haciendo caso omiso de las modas imperantes, se comportaba como un vulgar hombre de clase media, cosa que espantaba a todo su vecindario, donde residían unos cinco mil quinientos géneros socialmente construidos. Quizás no reparaban en los detalles de dicho hombre, porque les daba una gran urticaria el simple hecho de hablar de él, un ser tan plebeyo. Pero por los detalles se perdieron algo completamente único y singular. Por ejemplo, nuestro hombre, no había llegado al trabajo todavía cuando ya había terminado su jornada. Parece una exageración, pero es un hecho verificado. También podía haber fallecido justo antes de despertar, por la mañana, y encontrarse así mismo hecho un verdadero difunto, sin poder haberse despedido de su esposa, dada la complicada situación de sufrir el inevitable rigor mortis. A partir de ahí, continuó ya catatónico por el resto de su existencia, cosa inadvertida para el resto de la comunidad. Hablando de esposas, no sabemos si le dieron una jubilación anticipada del matrimonio o es que obtuvo una incapacidad absoluta y permanente para ejercer dicha actividad social. Nunca estuvo presente en ningún registro oficial, de hecho, no consta en registro alguno su mera existencia, lo cual no es un misterio porque nació hombre y nunca pretendió cambiarse a un género algo más distinguido. Desafortunadamente, los padres no recuerdan haberlo criado, quizás se olvidaron de él dada la cantidad de presiones sociales que su familia ha tenido que afrontar a lo largo de los años. Fue desde un principio una vergüenza pública desde que se mostró terco ante los fallidos intentos de intentar educarle, ya en pre-escolar, para que escogiera un género, en lugar de aceptar el que le fue dado por la repugnante naturaleza. Por más que quiso ser activista en causas justas, fue expulsado sistemática y sucesivamente de todas las posibles ONG´s conocidas. Nadie podía soportarlo. Todo hay que decirlo, por el contrario, fue acogido en diversos partidos del país, pero él mismo optó por abandonar la vida política. Sintió que iba a llegar bastante lejos pero en un momento dado fue presa de un gran vértigo y una sensación de estar convirtiéndose en una especie de profético líder de masas, papel estelar al que tuvo que renunciar porque que le aterrorizó por completo poder derrocar al poder dominante. De hecho, cada acto de existencia se le reveló como una enorme carga, imposible de sostener. Sus rarezas eran sentidas subjetivamente como normalidad. No podía escapar de su normalidad. Por mucho que lo intentara. Una vergüenza nacional, por supuesto.

De esta guisa, decidió marchar hacia algún lugar y desapareció para no volver. Cuando ya no estaba en ningún sitio, miró atrás y se dio cuenta de que todo lo anterior tenía mucho sentido y a partir de entonces se sintió más sosegado, más confiado y seguro de sí mismo. La gente empezó a seguirlo y se encontró rodeado de admiradores. Dicha situación le fascinó durante un tiempo, hasta que fue suplantado por otro iluminado de origen asiático, más joven que él. 

Todo fue un puro fraude, porque en realidad siempre estuvo ocultando su verdadera identidad, cosa que nadie hubiera creído jamás. Sabía que no era bueno que los demás supieran exactamente cómo eran sus estados mentales. Siempre lo supo. Lo que agravó hasta el anti-climax fue comprobar que él mismo no era más que una versión convencional a escala cosmológica de un individuo orgánico, en un planeta hecho de rocas y metales cualquiera. En realidad, llegó a darse cuenta, que si miras al espacio, puedes ver que el cielo está plagado de estrellas, con sistemas planetarios. Eso no parece un gran descubrimiento, pero lo es. El universo es un sistema completamente homogéneo cosa que no es tan obvia cuando al otear el firmamento, casi todos acabamos perdiéndonos en el abismo del espacio. Igual que todas las estrellas son iguales al ojo desnudo, y están esparcidas homogéneamente por cientos de millones de galaxias, así lo están los planetas que orbitan alrededor de ellas e igualmente vulgares son todos los habitantes de las rocas que danzan como estúpidas mariposas nocturnas alrededor de las esferas de luz que vemos por la noche en el cielo. Con esto quiero decir, que un día fatídico percibió que solo era una mera manifestación repetida infinitamente, un clon indistinguible de miles de millones de seres exactamente igual que él, haciendo lo mismo que él, en cualquier otra región isótropa de éste cutre universo. Nunca quiso amargar a nadie con semejante verdad. Por eso ocultó su secreto entre estratos de convencionalidad hasta que se largó. El asiático que lo sustituyó continuó viviendo inconsciente de su extrema vulnerabilidad identitaria. Todos los demás siguieron existiendo sin saber realmente que no eran más que copias exactas de otros seres y que no se distinguían entre ellos más que un electrón de otro electrón. He ahí la respuesta de porqué los mundos tienen que existir cada uno en una región, con un enorme espacio entre ellos, para no interactuar y existir hasta el final, como reclusos atrapados en celdas de una enorme prisión,  y que no pueden verse, tocarse o escucharse. Jamás verán a sus hermanos, a sus gemelos, a sus dobles, triples, o cuádruples, que están esparcidos por doquier, como granos de arena en una playa cósmica. 

Y más terrible aún fue concluir que si su existencia no era más que un producto mecanizado de la mera interacción entre partículas, su mente por supuesto, no podría ser más que un vulgar ábaco glorificado por nuestra propia ignorancia. Supo que no había peor castigo que no ser nada, y es ser indistinguible de otros seres. Antes de desaparecer miró por un momento atrás y sintió una profunda empatía y compasión por los millones de payasos que en su inútil esfuerzo diario se desquiciaban tratando de aparentar ser de un nuevo género, negando la palmaria realidad...su tremenda y profunda vulgaridad sideral.