La muchacha llevaba semanas escribiendo sin descanso, desde la ventana de su buhardilla, y la perezosa ciudad acostada frente al mar, la contemplaba absorta, mientras ella trataba de dar voz a sus inquietudes. Cuando las hojas plagadas de historias y tribulaciones tapizaban ya todo el suelo, éstas empezaron a moverse al unísono para asombro de la solitaria joven, formando un castillo de papel. La chica se lanzó sin pensarlo por la puerta del mismo, después de lo cual el castillo de hojas se deshizo como por encanto, permitiendo que la miríada de folios cayeran de nuevo al suelo bamboleándose lentamente, como si resistieran tozudamente la gravedad. La habitación quedó muda, con la excepción del correteo errático algún atónito ratoncito que quedó como único testigo de la extraña desaparición.
jueves, abril 30, 2020
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario