Entre los dos solo cabía una débil y humeante columna de vapor del cuscús. A veces se miraban descaradamente y a veces de refilón, avergonzados. El fondo del restaurante era una maraña columnas de humo que sugería un extraño palacio fantasmagórico, salpicadas por cabezas parlantes.
El le dijo; -No sé si es la frase adecuada pero ahora mismo te diría que cada vez me gusta más leer.
-¿Porqué no lo sabes?-dijo ella-.
-Porque no me acuerdo, o no sé si lo que me gusta ahora es exactamente lo que me gustaba.
-Pues me estoy liando.
-Creo que hace años un libro era un objeto que me permitía aprender algo, y eso me gustaba. Ahora los libros son un misterio, o mejor, son como una rendija desde donde puedo vislumbrar el gran misterio de vivir.
-Yo sabía que eras un voyeur.
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