viernes, febrero 10, 2023

Calcinatio


Quisiera no existir de una vez por todas, pero poco a poco. Deseo desaparecer lentamente, examinando mi destrucción con deleite. Quisiera desvanecerme como lo hacen las gotas del rocío al amanecer, sin dejar rastro. Me atrae la idea de abandonar mi cuerpo y tornarme como las brasas de una hoguera antes de hacerme ceniza y humo. Quizás fuese mejor que nunca hubiese estado aquí, pero no fui yo quien me puso en este entuerto. Ahora que no lo puedo remediar, me presento avergonzado por trastocar el curso natural de las cosas, porque yo altero todo al tocarlo. Al mirarlo. Al sentirlo. Al pensarlo.

Mi pensar hiere, mis sentimientos son punzantes. Penetran la piel y surcan las venas de los seres que a mí se acercan. Concibo el mundo en mi interior y engendro hechos, anticipo el movimiento. Estoy preñado de mundos que no puedo dejar salir. Tengo que mantenerlos encarcelados. Por eso navego solo la mayor parte del tiempo. Os veo a todos de lejos, aunque me veis cerca de vosotros. No me conocéis aunque creéis inocentemente saber algo de mí. 

No sabes quién soy, no sabéis lo que crea mi mente. Vivís la vida como tiene que ser. Vuestros sentidos os guían y creéis a ciegas lo que atisbáis sin desear ir un palmo más allá, para descubrir que el mundo es otra cosa. 

La naturaleza es sabia. Dota a los seres animados de un talento maravilloso. Pueden ejercer su voluntad y en la concordia colectiva existir en plenitud. A mí me ha hecho sentarme al lado de todo ello como observador, y tomar consciencia de que el existir es algo que solo se produce cuando se asume la extrañeza, como posición de referencia frente al mundo, frente al otro. Observar lo que pasa, si, qué gran pasatiempo. Es un pozo sin fondo. Lo que pasa necesita ser interpretado. No puedo más que actuar sabiendo lo que cada acto significa. He vivido mil vidas. He pensado los sentimientos y sentido los pensamientos. He de ser castigado por querer saber. De hecho, estoy siendo castigado. Y lo merezco. 

Aquí me planto frente a tí, y te doy sentido, amenazando el Edén infinito en el que creías vivir. Dejo que existas, porque te estoy pensando. Cuando yo desaparezca, el mundo volverá a su punto de equilibrio. 

Antes de despedirme, quisiera desdibujar el tiempo. Observar lo que pasa es mi pasatiempo. Pero el tiempo no existe. Es solo una forma de hablar. Doy vueltas y vueltas a tu alrededor, mientras lo esté pensando. Pero en realidad estoy en todas partes y en ningún sitio a la vez. No he existido nunca. Quizás no exista. Deseo amarte y eso es lo que hago. Desde aquí. Siempre en movimiento. Un perpetuo quehacer, para darte vida, y para quitártela. 

2 comentarios:

Paul Winterwind dijo...

Me introduzco en tu blog azarosamente y me consuela, justo después de preguntarme por qué ese óvulo de mi madre hubo de ser fecundado por ese estúpido espermatozoide de mi padre; para que padeciera La Vida.
Pero ya que estamos aquí, por qué nos divertirse.

Andalu dijo...

Completamente hermana, es algo incomprensible, pero como tus sabias palabras sugieren, ya que estamos, divirtámonos...Gxxx