martes, julio 08, 2008


Los Límites de la Cultura Andaluza


En un artículo publicado por el Diario de Sevilla digital, la periodista Ana Ferrand nos informa que según la consejera de cultura de la Junta de Andalucía, la señora Rosa Torres, la cultura andaluza tiene muy pocos límites. El contexto de tal afirmación se refiere a la incorporación de la Zarzuela en el programa anual de una sala de teatro privada de Sevilla. Las cosas que se pueden ver en el mundo de los medios de comunicación andaluces no dejan nunca de sorprenderme. De modo que en Sevilla nunca hemos tenido ópera según esta señora, o no sabemos nada de ciencia. Parece como si hubiéramos descubierto América o algo así porque un teatro privado ponga zarzuela en su programa.


El caso es que la afirmación de que la cultura andaluza tiene pocos límites se me ha quedado grabada en la mente. Cuando uno piensa sobre cultura, se acuerda uno de que cultura es la cosmovisión de un pueblo. Es decir la forma en la que un pueblo muestra su comprensión del mundo. Esto claramente tiene unos límites. Y esos límites están también definidos por las culturas vecinas que influyen a la cultura propia. Por ejemplo, sin dudar de su importancia, no noto que la cultura de los paises latinoamericanos llegue mucho a Andalucía (por desgracia). Por tanto, no entiendo a qué se refiere la señora Torres.


Por otro lado, creo tener en mis estanterías un libro publicado por Routledge en el año 2002 editado por Eamonn Rodgers, y titulado Encyclopedia of Contemporary Spanish Culture. En dicha enciclopedia hay una larga lista de autores que han contribuido a la misma entre ellos un número substancial de autores con apellidos hispánicos. Sin embargo, en el índice no existe ninguna entrada para Andalusian Culture. Tampoco existe entrada para Blas Infante, ni para conceptos como la nacionalidad andaluza, ni la comunidad autónoma, que se define en dicho libro como autonomous region. Andalucía no está definida como región, está definida como comunidad y nacionalidad histórica según el estado español. Resulta chocante que una enciclopedia editada en el siglo XXI ignore por completo la cultura andaluza cuando España asume que Andalucía es parte de España. Pero esa es la realidad. España es dueña de Andalucía, y Andalucía carece de identidad a ojos españoles. La identidad es dada a través de España. El problema es que no somos nada bajo la sombra de España. Somos ridículamente invisibles y estamos al parecer inabilitados para ejercer de nuestra propia voluntad. El mismo estatuto de Andalucía prohíbe que las autoridades andaluzas hagan intervenciones internacionales sin el control y presencia de España. La misma selección nacional Andaluza de fútbol tiene prohibida su participación en competiciones internacionales. Esto no pasa en el Reino Unido donde Escocia y Gales participan libremente sin Inglaterra.


En dicha enciclopedia a la que me refería, hay autores como un tal Luis Vicente Belmonte Talero, el cual se identifica como de Sevilla (aunque no da más señas). Es curioso ver cómo la misma gente de Andalucía está publicando obras en las que la misma cultura andaluza per se no existe, no tiene existencia material. En la enciclopedia hay referencias a la herencia judía, pero no hay conexión con Andalucía. Se asume que el andaluz es un dialecto del castellano sin que haya una actitud analítica o crítica sobre el tema.


Creo que hay una gran confusión sobre lo que es la cultura andaluza, española etc. Y es porque da miedo distinguir a Andalucía del resto. Es una actitud política la que frena la libertad de expresar que Andalucía existe por sí misma como lo ha existido siempre. Y muchos de los temores creo que están injustificados (sobre todo los temores que los andaluces tengan). Lo que ocurre es que hay muchos intereses económicos de por medio. Si por ejemplo, los andaluces proclamaramos abiertamente nuestra independencia cultural (ni siquiera la política) una posible reacción sería que la gente española fuera más reacia a nosotros, como quizás lo sean hacia la cultura vasca o catalana. Pero lo cierto es que al parecer a los vascos y catalanes culturalmente les va bien. Por tanto, no habría porque temer un rechazo de los que nos oprimen. Tenemos el resto del mundo para que nos escuchen y aprecien. No necesitamos a los españoles. Pero este miedo existe. Por no ir más lejos, el país que más flamenco consume del mundo es probablemente Japón. No necesitamos tablaos flamencos en Madrid para que nuestros artistas coman. Son miedos absurdos. Pero la realidad es que no se habla de cultura andaluza, y cuando se habla, se habla como la señora Torres, para difuminar nuestra cultura o para ridiculizarla y empequecerla con esa cultura populista barata de peñas flamencas y peñas de fútbol. La cultura es mucho más que eso. Y porque es mucho más que eso, da miedo.


Los andaluces cultos no deberían de tener miedo a hablar sobre nuestra cultura. Pero la realidad es que no se atreven por temor a las represalias, por auto-odio a nuestra propia cultura, o por ignorancia. Ha habido gentes supongo como Carlos Cano, granadino de oro, que siempre habló de una cultura andaluza, pero creo que son una minoría. Otros quizás han caído en el costumbrismo y todo se ha asociado a un mítico mundo gitano inexistente en Andalucía como último y patético reducto de nuestra identidad. Pero en mi opinión, en Andalucía no hay gitanos. Hay pobres, marginados y lumpen proletariado. Hablar de gitanos es distorsionar y desviar la gran cuestión de la opresión social de Andalucía. Pero ese es otro tema a tratar en otro post.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

conozco al tal belmonte talero de sevilla y no se que representa esa persona escribiendo sobre este tema-no es andaluz- ni sobre ningun otro,pues el en si es un caso de estudio.

Er Nota dijo...

Pues para que veas, este libro está publicado en inglés y el sujeto en cuestión, da como dato de filiación Sevilla. Tengo que revisar la enciclopedia pero si mal no recuerdo, está organizada como un diccionario (no está organizada por capítulos) con lo cual es difícil saber qué es lo que ha aportado este individuo.