sábado, septiembre 22, 2007


El Corazón de Carlos*


Querido Carlos,


Llevo años viviendo bajo nubes espesas. Nubes que se amontonan unas sobre otras, como toallas empapadas. A pesar de haber buscado el Norte y anhelado encontrar El Dorado, aquí me encuentro, perdido entre las nieblas recónditas de la Pérfida Albión. Luchando con los Bárbaros. Al marcharme del Sur perdí de vista tu gran Corazón, tu calor amable.


Cuando yo decidí abandonar Al-Andalus, en realidad ya me había ido hace mucho tiempo. Ya no aguantaba la ensimismada belleza de Ysbilia, ni la opulencia de los Príncipes Andaluces, que dejan a su pueblo perecer en la miseria.


Carlos, yo me fui de Al-Andalus porque no podía soportar que tanta hermosura se destinara solo a unos pocos. No podía permitir que Al-Andalus fuera un Edén reservado a los privilegiados, pero yo no pude evitarlo. Solo soy un loco que se echó al monte. Un rebelde exiliado.


Y al fín me marché sin remedio. En mi camino hacia el Norte hablé en otras lenguas, y con toda clase de gentes. Siempre cantando durante el día las maravillas de Al-Andalus. Y por las noches llorándola como un viudo en su cama.


Me fuí, me echaron, qué mas da. Una vez más la historia se repite. La larga Diáspora de los Andaluces se renueva en mí como un círculo de reencarnación eterno.


Sólo los Príncipes andan con pies serenos en Al-Andalus. Yo era un "don nadie". Y no merecía nada. Decidí ser "alguien" dejando de existir en mi propia Tierra. Tenía que hacer méritos en otro lugar. Hacerme valer y aceptarme a mí mismo. Al-Andalus no adopta a los hijos de los lacayos.


Y entonces me convertí en un vagabundo, querido Carlos.


Me marché sin decir adiós. Ya no supe más de tí, ni de Ysbilia, ni de Al-Andalus.


Y pasó mucho tiempo. Un tiempo oscuro y tenebroso. Un tiempo sin estrellas, ni lunas, ni sol. Un tiempo sin calendario. Ha pasado tanto tiempo, que Al-Andalus es ya una pequeña joya en mi memoria. Una joya guardada en un cofrecito y perdida en algún lugar del desván.


Sin embargo, el mundo es un lugar extraño. Y aveces algunos hombres parecen tener el mismo Destino. O quizás son como astros que vagando por el espacio se estrellan unos contra otros sin saber que seguían una órbita inmutable. Por eso quizás un día no hace mucho, tras muchos miles de años sin verte, de pronto apareciste en el medio de la noche. Y así fue. Como por arte de magia tomaste la forma de una estrella reluciente al fondo del horizonte. Cuando tu Corazón iluminó el cielo, la pequeña perla de Al-Andalus relumbró como una Galaxia.


Y así es queridísimo Carlos. Cuando tu Corazón volvió a cruzarse con el mío nuestro impacto cegó el Universo. Ahora sé que vives en París, y que eres feliz. Que tienes pareja y estás enamorado. Que te exiliaste como yo, como por instinto. Te marchaste de Al-Andalus envenenado por la Injusticia. Fuiste expulsado por ser Diferente.


He aquí nuestros Destinos. Dos Hombres, y un Corazón. El Corazón de Carlos.






*El Corazón de Carlos es una estrella que pertenece a la constelación de los Perros de Caza. Se encuentra muy cerca de la constelación de la Osa Mayor.

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