domingo, mayo 04, 2008


Fuego en el Alma


Si la hubiera conocido de joven, me hubiera enamorado de ella. Era una rubia londinense que causó estragos en la escena nocturna de los ochenta. Su libertad y generosidad sólo se limitaba por el hecho de que el día sólo tiene veinticuatro horas. Mandy fue una mujer simplemente de película. Sin embargo, su estrellato sucumbió demasiado rápido. Tan rápido como su ascenso.


Mandy había sobrevivido a el abuso sexual que su padre adoptivo le había impuesto de pequeña. Simplemente trató de olvidarlo, aunque su promiscuidad y aventurera naturaleza no fuera otra cosa que una huida hacia delante. Una forma de borrar un sexo abusivo, con más sexo.


Todavía vivía en casa de sus padres cuando ya era una estrella de la noche de Londres. Y después de una de esas excursiones, su padre se aprovechó de ella una vez más. Estaba tan débil con la resaca, que no tuvo energías para quitarse a ese monstruo de encima. El dolor de la violación emanó como un volcán y ya no pudo controlarlo. Simplemente quiso vivir con ese dolor perpetuo y se prendió fuego en su propia habitación.


Conocí a Mandy años después en una planta psiquiátrica. Una vez que se convirtió en paciente, ya nunca más supo volver al mundo exterior. Se encontraba simplemente atrapada en un magma de emociones infernales. Al verla suplicarme por una terapia psicológica no pude dar crédito a mis ojos. Aquél cuerpo quemado no dejaba ya una huella de lo que Mandy había sido años antes. Su piel retorcida por profundas quemaduras era sólo una muestra del poder del fuego incandescente que consumía su alma.

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