jueves, marzo 10, 2022

La Esfera

 Se fue a la cama con la ropa puesta, quizás poniendo el piloto automático, y dándose permiso para entregarse a los brazos de Morfeo tras un día agotador. Su perro la despidió con algún amable lamido en los pies. Ella no se dio ni cuenta. Aunque estaba extenuada al final de un exigente día de trabajo en el hospital, había encendido una velita en un rincón, que era como una pequeña llama amorosa que le daba la sensación de protección. Estaba insertada en una especie de veleta metálica dispuesta horizontalmente, de modo que en cuanto la mecha entraba en ignición, se ponía en movimiento como por arte de magia. Su amante le había dicho una vez, que se fijara en qué dirección giraba y ambos descubrieron que siempre tendía a girar en el mismo sentido. Ellos no vivían juntos pero compartían buenos momentos de vez en cuando. En realidad, eran como dos bichitos extraños que se encontraron una vez en medio de la jungla y no dejaban de sentirse asombrados de seguir encontrándose una y otra vez como agujas en un pajar. Quizás había una especie de magnetismo animal entre ellos, algo insondable pero tenaz como una brújula, que los llevaba a retornar a unos encuentros que siempre estaban dominados por lo impredecible, lo espontáneo, el cortejo, el amor ingenuo y la desnudez. Todo lo contrario a sus vidas cotidianas, que exigían un guión estricto de compostura y buen hacer, de gestos estudiados minuciosamente, y de estoicismo impertérrito, todo muy propio de las profesiones médicas. 

El caso es que la mujer quedó allí en su estupenda cama, tal y como se dejó caer. Su postura era como la que se ve en las películas cuando a alguien le han dado un disparo mortal; con las piernas casi torcidas y los brazos colocados en una posición incómoda. Pero su cara era de paz. Tenía un pelo precioso, y su piel era color miel claro. Si alguien la hubiera estado contemplando en esa escena, hubiera notado que sus labios se movían, como si estuviera hablando a alguien. Eso es, que ya estaba inmersa en un sueño. 

Cuando abandonó el mundo real, se apagó todo durante un lapso, hasta que poco a poco, el fondo se fue iluminando con colores marinos y celestes, regalándole la noche, un sueño marino. Un lugar conocido, con rocas que sobresalían del mar, cerca de la playa se estaba dibujando en su mente inconsciente. Era su lugar preferido. Estaba descalza, quizás desnuda. Quiso dirigirse al agua. Cuando estuvo en ella divisó una bola azul nacarado, flotando cerca de la orilla. Parecía una canica gigante, que se mecía al son de las olas. Era una mujer valiente, y aunque la bola era enorme y completamente ajena a aquél lugar, no dudó en acercarse a ella y tocarla. Era suave al tacto, quizás un poco pegajosa. Quiso abrazarla y sintió instantáneamente una sensación de paz que le inundó todo su ser al hacerlo. Al poco, acabó siendo rodeada por la materia pegajosa que formaba la bola, y progresivamente se dejó comer por la esfera. Desapareció dentro de ella. Ahora su piel se había vuelto de color nácar, igual que la bola. Notó el vaivén de las olas, moviendo la esfera flotante y tuvo que hacer un esfuerzo para mantener el equilibrio, hasta que decidió simplemente estar tumbada, como si aquello fuese una gran cama de agua. Desde dentro, la bola era translúcida y pudo ver que poco a poco, el mar la desplazaba hacia algún lugar desconocido. Ahora parecía como una especie de bajel que navegaba sin gobierno alguno. En un momento dado, la bola empezó a hundirse, pero ella siguió respirando y se dedicó a ser una mera observadora de lo que veía a su alrededor. Aunque al final cayó hasta el fondo marino, podía seguir viendo hasta una distancia considerable. El suelo estaba alfombrado por corales y las leves dunas creadas en la arena blanca debido a las corrientes marinas, brillaban de tal modo que parecían haber sido pulidas por un dios de los océanos. Por allí la vida poblaba el lugar por doquier, y las criaturas que se cruzaban por todos los ángulos y direcciones no parecían preocupados por la presencia de la esfera. La esfera podía rodar a gusto de la mujer. Se percató que podía levantarse y andar dentro de ella, de modo que le servía como una especie de traje de buzo, que le permitiera andar por donde quisiera. La esfera giraba reaccionando a sus pasos y la llevaban de un lugar a otro, descubriendo así parajes hermosos, llenos de una colorida vida animal. Tras un largo paseo, vislumbró otra bola azul que también iba de paseo por aquél recóndito mundo submarino. Ambas se acercaron la una a la otra. Viéronse los habitantes de cada esfera el uno al otro y se reconocieron como humanos. El otro era un hombre de color azul nacarado, desnudo como ella. Se acercaron tanto que pudieron tocarse con las manos y tratar de decirse algo, pero no podían escuchar las palabras que ambos trataban de transmitir. Se vieron el uno al otro como seres hermosos y sintieron vergüenza al darse cuenta de su desnudez y su impotencia, dada la situación de invitados en un mundo en el que por alguna razón desconocida, solo se les permitía experimentar desde el interior de una especie de placenta azul, que les dejara estar en su interior para no asfixiarse. El hombre era maravilloso. Su expresión era de candor y ternura. Tuvo deseos de hacer el amor con él. Quizás ambos quisieron la misma cosa. Aunque no podían escuchar las palabras, los sentimientos sí atravesaron las esferas y se sintieron complacidos al comprobar el grato placer de verse deseados. Mientras se miraban y observaban como hipnotizados el uno con el otro, una red se había estado acercando sigilosamente por la arena. De pura casualidad, la red atrapó la esfera del hombre y la mujer sintió miedo. Giró su cabeza hacia arriba y vio a contraluz, el dibujo afilado de un barco en la superficie del mar. La esfera del hombre fue ascendiendo hacia la obra viva del navío mientras ella no pudo hacer nada por evitarlo. Muy cansada por la excitación y la incertidumbre, acabó quedándose dormida en su esfera, otra vez sola, quizás con la esperanza de despertar de nuevo en la playa.  

1 comentario:

Anónimo dijo...

Maravilloso.