sábado, abril 03, 2021

Pulpos



Era una mañana fresca de verano, y los cuatro amigos habían sido tan previsores ese día, que habían conseguido salir temprano a pescar, sin contratiempos. Hacía un leve viento de poniente que los fue alejando de la costa, casi sin darse cuenta. Ellos estaban tan entusiasmados con sus aparejos y sus charlas sobre lo mucho que sabían sobre mujeres y la vida, que el barco fue adentrándose más y más mar adentro. Como el fondo marino, el cual conocían muy bien, era poco profundo y rocoso, no prestaron gran atención al hecho de que se estaban alejando, ya que podían seguir pescando pulpos sin problema alguno. Para cuando estaban a varias millas de la costa, ya habían bebido bastante cerveza, y todo el frescor de la mañana se había disipado, hasta dar lugar a un estado de calma chicha con tanta humedad en el aire, que una bruma espesa fue desarrollándose lentamente, hasta engullir la embarcación casi por arte de magia. Los capitanes, bajo efecto del alcohol se habían vuelto ensimismados e indiferentes al entorno. De este modo, imbuidos en sus hilarantes observaciones filosóficas y sus festejos después de cada pulpo capturado, no se dieron cuenta de que tenían una invitada en el barco. En esos momentos hablaban sobre la inteligencia de los pulpos, su misteriosa mirada, y de su extraño aspecto, casi alienígena. El capitán barbudo se quedó petrificado al ver la figura dionisiaca de una mujer que los miraba desde la proa del barco. El capitán abuelo, al ver al barbudo en estado catatónico, giró su cabeza para encontrarse con la misma visión hipnótica que había dejado mudo a su amigo. En efecto, aquella mujer medio pulpo, medio humana, se encontraba ligeramente recostada en el extremo de la embarcación, rodeada de una bruma blanquecina, que le confundía sus contornos y la hacía aparecer más bien oscura y amenazante. La garganta del tercer capitán, que llevaba una gorra, pudo producir algún sonido de sorpresa, y confirmar que efectivamente, aquello no era una aparición, mientras se frotaba los ojos para estar seguro de que lo que veía era real. El último capitán, era el propietario del barco, y era muy alto. El capitán alto, se había encargado de repartir cerveza y comida, así como de asegurarse de que todos los pulpos iban a la nevera. Al notar el silencio espectral de sus compañeros, asomó su cabeza por la escotilla y girándose hacia proa encontró con pavor, la misma figura femenina que había dejado pasmados a sus compañeros. Con gestos y ademanes, convenció a los otros a entrar en la cabina de mando y cerró la escotilla. Temblando de miedo, el capitán alto, puso los motores en marcha y seguidamente orientó la embarcación hacia la costa con ayuda de la  brújula. La bruma se fue haciendo tan espesa que la figura de la criatura se redujo a una sombra. En las cabezas  de los cuatro capitanes pesaba la misma idea de si los pulpos y la mujer tendrían relación alguna, y de si la criatura tendría intención de hacerles daño. Sin decir palabra continuaron su vuelta al puerto, cegados por la bruma y una profunda angustia. Conforme se acercaron a la costa, la bruma se fue disipando levemente, para permitirles mínimamente vislumbrar el contorno del paisaje y comprobar que la temida presencia que les había acompañado durante parte de su extraña singladura, había abandonado la cubierta. Ninguno de los capitanes llegó a divulgar la experiencia a otras personas. Tras la aventura, fueron presa de una tremenda confusión, que arruinó sus noches, haciendo de los sueños, largos e interminables re-encuentros con la criatura. Las dudas se apoderaron de sus corazones, como tentáculos implacables. Sus pensamientos sintieron durante mucho tiempo, el peso de la misteriosa mirada silenciosa, que sin proferir sonido alguno, impedía descansar sus atormentadas conciencias.

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