jueves, abril 03, 2008


Manuel Molina, héroe de mi juventud


Un triste fin de año como todos los años de mi vida, andaba perdido. Pero esta vez pasé el río y me encontré en Triana. Tierra extraña y emocionante. Alguien me invitó a una fiesta privada que se celebraba en un bar a puertas cerradas. Todos los zombies que allí estábamos nos tambaleábamos al son de una música enlatada y foránea. Mi amigo y yo nos dejamos seducir por esa morena y aquella rubia. Las dos estaban locas. Cada una a su manera. En realidad nos daba igual. Nada bueno iba a salir de aquello, pero no importaba porque ya estábamos muertos.


El ambiente se cerraba sobre nosotros y las mujeres querían probar nuestra carne. En un momento de duda salimos fuera a la calle, como toros intentando escapar de un destino escrito en sangre coagulada. De pronto, como un angel caído, apareció 'Manué' el de 'Lole y Manué'. Se paró para charlar con nosotros, allí en medio de la oscuridad, en algún lugar perdido de Triana.


Y nosotros que con las almas rotas y la sangre colmada de veneno no podíamos dar crédito a nuestros ojos, sólo pudimos balbucear unas palabras. Le dí las gracias por su música e intercambiamos breves impresiones sobre el mundo, la vida y la muerte. Desapareció igual que vino. Quizás su aparición era un aviso, un signo que no podría entender hasta años después.


El caso es que rodamos de nuevo hacia el antro oscuro y dejamos que aquellos seres difuntos con forma de mujer devoraran nuestros cuerpos. El fin de año marcaba una vez más el retorno de los muertos al mundo de los vivos.

No hay comentarios: