miércoles, abril 09, 2008

El Catetismo Sevillano, el más selecto

Una acepción de cateto que a lo mejor está en desuso sería la de aquél que es inocente o simple y por extensión no estaría acostumbrado a la complejidad de una gran urbe. La tosquedad de la vida campesina haría potencialmente difícil la adquisición de conocimientos abstractos y maneras refinadas. Pero por otro lado, cualquiera que simplemente se comportara o apareciera en un contexto social de esta guisa también recibiría dicho adjetivo independientemente de si es un ciudadano de la urbe o un campesino. También puede ser que cateto se asocie a gentes que proceden de los pueblos aunque no sean campesinos o su vida no tenga una relación directa con ‘el campo’. Sin embargo, bien es sabido que para los ciudadanos de la Villa de Madrid todo el mundo es un cateto. Esto trae otro significado. El que quizás en un país solamente hay una ciudad y lo demás es una mera aglomeración en torno a ese lugar central o más civilizado. Otro aspecto conectado a éste ultima acepción puede ser el llevar el término a un extremo urbano-rural, en donde la persona rural carece de sofisticación y es simplemente un ser brutal y que acoge todo tipo de adjetivos peyorativos. Esto quizás esté relacionado con la emigración a la ciudad, y los problemas de marginalidad, criminalidad y aislamiento que esto trae. De este modo, en la vida urbana también existen tipos urbanos que son ‘catetos’. Puede que estén aislados, que vivan en las márgenes de la ciudad o que vivan al margen de la vida social urbana. Hay otras gentes que a pesar de haber vivido toda su vida en el mundo urbano también podría ser potenciales receptores del título. Gentes adocenadas, sin propósito y quizás marginadas (por voluntad propia o pasivamente), poco peinadas por el mundo educativo y generalmente impermeables a cualquier faceta cultural de la ciudad en la que viven serían también catetos. Un tipo de cateto más ‘selecto’ seria aquél que con cierto grado de sofisticación urbana, cualquiera que sea ésta, ignorara por completo aspectos fundamentales de la vida urbana, de la cultura nacional, la lengua o la historia.

Todo este conjunto de posibles significados y aspectos simbólicos relacionados con la dicotomía urbano-rural y la de sofisticado-burdo describen unas relaciones sociales de poder, estatus, de roles y divisiones sociales. También estas jerarquías dan a entender que los estratos sociales parecen tener una estructura concéntrica, donde el centro urbano es el centro del poder y de la vida más civilizada y conforme nos alejamos de ese centro, la vida humana se va pareciendo más a lo silvestre, y las leyes y convenciones sociales se van relajando progresivamente conforme nos vamos acercando a los límites de la ciudad con el campo. Las distintas clases sociales serían de arriba abajo cada vez más ‘catetas’ por proximidad a lo simple y a lo concreto.

Cuando nos movemos en el terreno de lo social siempre estamos en un campo dinámico, donde la gente aprende y gradualmente se hace ‘consciente’ de estas etiquetas sociales como la de ‘cateto’ y por su puesto de sus consecuencias a nivel práctico. Por ese motivo, y como producto de esta dinamicidad, la gente reacciona por lo general rechazando ser cateta, y simplemente acusando de cateta a cualquier otra persona. Admitirlo sería colocarse en una posición inferior, y teniendo en cuenta que la división social es forzosa, no tiene sentido admitir una etiqueta peyorativa pasivamente. De este modo, todo el mundo tiende a acusar de ‘cateto’ a aquél individuo, grupo social o ciudad, que considera con menos prestigio o poder.

A nivel de poder, fama y prestigio, ciudades, comarcas, regiones y países también pueden ser acusados de catetos. Así entenderemos que los madrileños consideran cateto a todo el que no es de Madrid. Comprenderemos que los catalanes consideren a todos los andaluces como catetos, puesto que somos nosotros los que principalmente hemos emigrado hacia Cataluña debido a nuestra fragilidad socioeconómica, y por último que los españoles sean valorados como unos brutos en la Europa del norte debido a nuestro declive cultural y de poder internacional durante los últimos siglos.

En el caso de la vida Andaluza, todo el mundo sabe que los sevillanos consideran a Córdoba, Huelva, Almería o Jaén como pueblos. Y por lo tanto, sus habitantes más proclives a recibir el ingrato título de cateto. Sevilla, que es a su vez sumisa con Madrid, admite indirectamente su ‘catetez’ cuando los sevillanos intentan modificar torpemente su acento en presencia de castellanos. Andando ya en un terreno más local, la ciudad de Sevilla está rodeada de numerosas poblaciones que aunque próximas a la urbe se consideran ‘inferiores’ y por tanto sus habitantes son todavía catetos. Esta incesante y obsesiva actitud por clasificar a la gente de una manera tan despectiva creo yo debe ser una tendencia muy europea. Al fín y al cabo Europa está todavía muy influenciada por valores medievales y creo que de alguna manera el término cateto conlleva un significado muy relacionado con la vida medieval. En ese sentido Inglaterra vive un contexto similar y por tanto sucede lo mismo. Conforme nos alejamos de Londres, todo el mundo es básicamente un cateto. Se les pilla por el acento, las maneras, los usos igual que en la península ibérica. De modo que la teoría de que el ‘catetismo’ no es más que una forma de distinguir a la gente por su clase social y poder, pueda ser generalizada a otros paises no parece descabellada.

Ahora que hemos dado un último paso sobre lo ‘cateto’ y nos movemos en un plano más internacional, cabría decir que si como bien se sabe, en Nueva York basta poner un pie para que uno se transforme en neoyorkino, esto significaría que hay lugares en el mundo que son tan sofisticados que han revolucionado el concepto de ‘persona’. La igualdad, el respeto a la diversidad, la no discriminación por el origen étnico o cultural es un gran paso de sofisticación que procede de las grandes urbes. Este movimiento afecta a ciudades donde los valores democráticos, el respeto a la libertad y al individuo son más fuertes que valores más antiguos relacionados con las castas, la nobleza y la distinción social basada en grupos de poder. Volviendo a Andalucía y Sevilla, esto implicaría que aquél que considere inferior a otro por su procedencia o condición, entonces debería ser considerado cateto a ése, al que discrimina y no a la víctima. Puesto que el que se considera ‘superior’ a otro no es más que un fascista, un individuo de esta naturaleza es cruel y brutal con sus semejantes, es totalitario y por tanto nada sofisticado. A mí me parece que el que se anda en los términos de considerar cateto a otro sería como una especie de fascista ‘blando’. Pienso esto porque me parece que hay formas mucho peores de fascismo. Todo esto me llevaría a la conclusión de que el madrileño que se crea superior a un ‘no madrileño’, el catalán que se cree superior al andaluz y el sevillano que se cree por naturaleza mejor que uno de Dos Hermanas o de Córdoba son todos unos catetos.

Por último, y centrándonos ya una vez más en nuestro querido país andaluz y en su desdichada capital, a mi modo de ver, ese clasismo sevillano defendido a ultranza en algunos sectores, ese señoritismo y sentimiento de superioridad que existe entre algunos sevillanos llevaría a estos individuos a ser considerados como los más catetos del mundo occidental.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo has bordado macho, lo has bordado. Esa, exactamente, es mi opinión. Si lo hubiese escrito yo, no hubiese estado mejor. Son abominables y clasistas por círculos concéntricos. Son sólo sevillanos de primer nivel los del centro, Triana y Los Remedios. A partir de ahí, catetos los de los barrios periféricos y no te cuento, lo que opinan de los diferentes pueblos que "abrazan" su verdadera Sevilla. Lo grave es que los de los barrios que no son incluidos en esa relación de sólo tres, también señalan como catetos a los de fuera. Bendita catetez de una ciudad que avanza por los impulsos decididos de su extrarradio. Avanza, pero muy poco, nada. Eso sí, sus frases son: Sevilla es lo más grande der mundo mundiá, adonde se esta mejon que aqui y quisieran tos esos vivi en Sevilla, que lo que tienen es envidia. Por Dios, se puede ser más cateto. Gracias por ver las cosas, desde esa bendita distancia, como de veras son y como nos venden desde sus poltronas políticas, desde fundaciones inventadas a mayor gloria de la colocación a dedo, desde las Hermandades, desde asociaciones con cero o ningún contenido social y desde los medios de comunicación que se han inventado para difundir su bastardo mensaje. José Miguel Navarro,orgulloso de ser bautizado como cateto de Castilleja de la Cuesta por ese fascismo que pretende repartir moral y principios, cultura y capacidades.

Er Nota dijo...

Gracias compañero, es bueno que al menos exista complicidad entre aquellos que recibimos el abuso y el desprecio de la sociedad, es lo único que nos queda. Saludos.

AKSARAY dijo...

Los sevillanos de hoy día en el renacimiento serían de lo mas feliz. Cuánta oda a Sevilla, cuánto menosprecio a las afueras¡

Fdo. Una cordobesa que admira la belleza sevillana pero no le mola nada el espíritu trianero por parte de algunos.

Er Nota dijo...

aksaray, ké te parece el post?